miércoles, 8 de mayo de 2013

LA LAMIDA

Una joven se queda sola en casa acompañada de su perro. Estuvo mirando una película de terror antes de irse a la cama, así que decide traer a su perro para que duerma con ella en su habitación. Se acuesta en la cama y el perro se enrosca al pie de ésta. La joven lo acaricia desde arriba y su perro le da una lamida amistosa; ella ríe y eventualmente se queda dormida.
Por la madrugada, despierta al oír el sonido de algo goteando en su baño. Medio dormida, busca con una mano fuera de la cama a su perro y siente su lamida confortante, y regresa a dormir. Es despertada de nuevo por el sonido de goteo, saca una mano de la cama y siente la lamida reconfortante de su perro, y regresa a dormir. Una vez más, es despertada por el sonido de goteo.
Dispuesta a buscar la fuente del problema, se levanta de la cama somnolienta y camina hacia el baño; el sonido de goteo se hace más fuerte conforme se acerca. Llega al baño y enciende el interruptor de la luz, y es recibida por una vista estremecedora: colgando de la cabeza de la ducha está su perro, con su garganta abierta por la mitad y su sangre derramándose sobre la bañera.
Algo en el espejo del baño llama su atención, y ella se gira. Escritas con la sangre de su perro, están las palabras: «No sólo los perros lamen».

No hay comentarios.:

Publicar un comentario