lunes, 13 de mayo de 2013

EL ORIGEN TEOLOGICO DEL DYBBUK

En el Talmud se habla de espíritus desencarnados y de exorcismo pero sin embargo no se destaca el concepto de la transmigración (reencarnación), necesario para la concepción del dybbuk propiamente dicho. Y es que la idea del dybbuk aborda el judaísmo con la introducción de la creencia en la reencarnación, hecho éste vinculado a la presencia de su raíz conceptual en fuentes griegas, indias, gnósticas, cristianas (del cristianismo primitivo) e islámicas (de la escuela Mu’tazili principalmente), fuentes todas ellas que en alguna u otra forma y medida no estuvieron del todo desvinculadas al misticismo judío que abrazó la teoría de la reencarnación otorgándole, desde luego, un fundamento teológico en el corpus de la revelación judía y de la teología desarrollada en torno a aquel.
Puntualmente fue en el siglo octavo, dentro del misticismo desarrollado por ciertos eruditos de las comunidades judías de Europa, cuando y pese a la oposición de muchos teóricos la idea de la reencarnación realmente entró. Ejemplo de la fuerza que obtuvo la vemos en un libro tan clave como el Zohar (s. XIII), en cuyo versículo 186b dice: ‹‹Siempre que una persona fracasa en su propósito en este mundo, Dios, Bendito Sea, la arranca de raíz y la vuelve a plantar una y otra vez, repetidamente››. Ya en el siglo XII ésta idea de la reencarnación pasó a formar parte establecida de la Cábala; y después, en el siglo XVI, algunas escuelas y sobre todo la del Círculo de Safed, tomaron esta teoría en el marco de la cual el místico Isaac Luria (líder del Círculo de Safed) sentó las bases de la creencia judía en el dybbuk, concepto que, junto a los del gilgul y el ibbur, sería clave para la comprensión teológica de las posibilidades situacionales del alma en su dinámica evolutiva orientada a la consecución del propósito divino.
Finalmente los discípulos de Isaac Luria llevaron la idea un paso más allá con la teoría de la posesión efectuada por el dybbuk y, más adelante en lo que fueron los inicios del s. XX, el folklorista y erudito judío S. Ansky dio un salto a la popularidad del dybbuk cuando en 1916 publicó su obra Der Dybbuk, inicialmente escrita en yiddish pero posteriormente traducida a varios idiomas.

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